Entrevista a José Ignacio Prendes, diputado en la Junta General del Principado

“La gestión de los fondos mineros es el gran fracaso de la clase política asturiana”

En 2011, José Ignacio Prendes (Gijón, 1965) entró en el parlamento asturiano por la puerta grande al ser clave, como único diputado de UPyD, en la investidura del gobierno regional. Este mismo año presidió la comisión de investigación de la Junta General del Principado sobre el caso Villa y los fondos mineros. Reelegido este año por Ciudadanos, sigue siendo una de las pocas voces claramente críticas con la gestión de los fondos.

Prendes recibe en una mañana de pleno en su despacho de la Junta General del Principado, en Oviedo.

—Parece que lo único que se ha sacado en limpio de la comisión parlamentaria es que los fondos que se destinaron al geriátrico del Montepío fueron adjudicados de manera irregular. Sin embargo, quedan muchas preguntas abiertas sobre de dónde viene la fortuna de Villa, que de hecho era uno de los propósitos. Dejando a un lado su antigua condición de presidente de la comisión y la cierta neutralidad asociada, ¿cuál es su intuición sobre lo que ocurrió?

—Evidentemente asegurar cuál fue el método o la procedencia de esa fortuna oculta es muy difícil. Y es muy difícil desde lo que hemos podido ver en la comisión. Por lo tanto, asegurarlo con certeza no es posible. Evidentemente son otras instituciones las que se tienen que encargar de determinar si esos indicios son suficientes como para poder acreditar un origen u otro. No obstante, nosotros lo que apuntamos son líneas, indicios. Lo primero que hay que decir es que nosotros nos encontramos con un muro de silencio. Más allá de las apelaciones genéricas a la transparencia y la colaboración y los golpes en el pecho de todas las instituciones y las personas concernidas, lo cierto es que, por ejemplo, el SOMA-FITAG-UGT nos negó toda la información relativa a las cantidades que le había abonado por distintos conceptos a José Ángel Fernández Villa durante todo el tiempo que fue secretario general de ese sindicato. Es que no nos la dio.

—¿A la comisión?

­—A la comisión. Y consta en el dictamen la falta de colaboración que nosotros denunciamos. Y lo hicimos porque, además de ser el secretario de un sindicato, sindicato que por cierto recibía fondos públicos y por lo tanto tendría que dar cuentas de qué hacía con ese dinero, simultáneamente fue diputado en este parlamento [la Junta General del Principado], fue senador nombrado por la comunidad autónoma y era un cargo político de absoluta relevancia. Lo sabía todo el mundo en Asturias. Y el SOMA, que ahora se ha querellado contra él, resulta que nos negó esa información a la comisión en el parlamento, y eso que compareció. [José Luis Alperi,] el secretario general del SOMA, vino a la comisión y se negó a dar esa información porque entendía que era del ámbito privado del sindicato. Entonces decir que la comisión no sirve para nada es como una profecía autocumplida: si tú no colaboras, que eres quien tiene la información…

“Hasta 2001, Villa estuvo cobrando de forma irregular las dietas de Hunosa con un cheque nominativo”

Pero de ahí salieron informaciones como, por ejemplo, el hecho de que José Ángel Fernández Villa se apropiaba de los fondos que percibían los representantes de ese sindicato en el Comité Intercentros de Hunosa. Nosotros solicitamos esa información a Hunosa, que nos la dio. Hasta el año 2001, [Villa] estuvo cobrando de forma irregular con un cheque nominativo todas esas dietas. Lo que se hizo después con ello no lo sabemos. El SOMA dice que él se quedó con ellas. Pero esa fue una información que se supo a través de la comisión.

“Durante muchos años, un poder polisindical es el que ha gobernado y ha tomado las decisiones fundamentales en Asturias”

¿Mi visión? Primero: que esta persona utilizó el sindicato como un poder político durante muchos años en Asturias. Manejó el sindicato con un absoluto poder omnímodo. Pero eso implicó la colaboración de muchas personas, de estructuras políticas y estructuras sindicales. Aquí ha habido un poder polisindical, llamémoslo así, que es el que ha gobernado y ha tomado las decisiones fundamentales en Asturias durante muchos años y que se manifiesta en eso, en el hecho de que a una persona, secretario general, le paga una empresa pública durante muchos años unas dietas que se supone que tienen que ir para unas personas que forman parte de un comité. Y nadie pone el grito en el cielo ni nadie dice nada. Eso da idea de que había una mezcla de intereses políticos y sindicales. A través del sindicato, él colonizó el Partido Socialista, manejó una cantidad importante de fondos y tomó decisiones de carácter político.

“El caso Villa es el caso Pujol asturiano”

Lo dije en el Parlamento y se lo dije al presidente en un debate bastante tenso que tuvimos: el caso Villa es el caso Pujol asturiano. Tienen además profundas similitudes. En un caso es la defensa de la nación y la construcción del país, de la nación catalana. En el otro es el gran principio detrás del que se ocultan estos intereses privados y que forma todo un régimen. En el caso de Cataluña era el nacionalismo, la construcción de la nación catalana, y en el caso de Asturias era la defensa de los mineros, de los sindicatos, de los trabajadores y las comarcas mineras. Detrás de eso lo que había era una trama de intereses particulares que durante mucho tiempo colonizó la política en Asturias sin control de ningún tipo. Si hubiese habido controles democráticos y si hubiese habido un comportamiento mínimamente decente de muchas personas, esta persona no podía haber acumulado el poder que acumuló durante tanto tiempo.

Y los fondos mineros en Asturias, que yo creo que eran una magnífica oportunidad para haber hecho un cambio en Asturias, son el gran fracaso de la clase política asturiana en su conjunto. Es un ejemplo de mala utilización de una ingente cantidad de recursos públicos, de absoluto descontrol en ese empleo, de una falta absoluta de visión estratégica y de futuro: se emplearon para atender a intereses clientelares fundamentalmente de ámbito local, no los grandes intereses de Asturias. Ese modelo de fondos mineros fue un pacto entre el PP y el PSOE de aquella época, entre el señor Álvarez Cascos y el señor José Ángel Fernández Villa: hay que recordarlo. Luego aceptado por todos, digamos, porque es verdad que aquí ha habido un pensamiento único de aceptar aquel modelo como el único posible. En el cual, los sindicatos de la minería, ni siquiera las organizaciones sindicales en su conjunto, sino los sindicatos de la minería, tomaron decisiones de carácter político, de carácter de estrategia económica y de futuro para Asturias absolutamente equivocadas, por supuesto.

“Ahí se perdieron las dos cosas que no tiene Asturias ahora: tiempo y dinero”

Ahí se perdieron las dos cosas que no tiene Asturias ahora. Se perdió tiempo: ahora la reconversión de la minería es mucho más cruda y su final, marcado por la Unión Europea, cada día se aproxima un poco más, por lo tanto ya no tenemos tiempo para hacer todo el proceso de reconversión del cual se dispusieron más de veinticinco años. Y no tenemos dinero, que se gastó: dos planes de la minería dotados con prácticamente de 3.000 millones de euros. 3.000 millones y veinticinco años.

­—Aparte del posible encubrimiento de Villa, ¿cree que hubo más gente que se pudo haber beneficiado de esos fondos?

—No lo sé, no tengo datos concretos de posibles personas que se hayan beneficiado. Pero no tengo duda de que esto ha exigido que mucha gente mirase para otro lado.

—Parece que el cierre de la minería ha funcionado bastante bien. Ha bajado el número de empleados de forma no traumática, del 25 al 5 por ciento de…

—Ha funcionado bien relativamente. Quiero decir, ha funcionado lo que es puramente el cierre estructural, que ya digo que venía marcado: lo que era el proyecto social, las prejubilaciones y el cierre no traumático. Pero eso era lo fácil: era mandar a la gente para casa y prejubilarla y conseguir una pensión que, de alguna manera, mantuviese durante un tiempo el poder adquisitivo en estas comarcas y en Asturias. Esa transferencia de rentas, digamos, a personas no activas para mantener el nivel económico ha funcionado. Creo que era lo adecuado, había que evitar un cierre traumático como el que hubo en otros sitios y que al final tenía unos costes sociales enormes. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Ha funcionado como pura medida asistencial. La otra pata, que era absolutamente imprescindible, era la de la generación de un tejido empresarial alternativo: toda una estructura económica que sustituyese a la vieja estructura basada en el carbón. Eso ha sido un absoluto fracaso. Y eso es lo que ha condenado a la gente joven, a la gente que no encuentran oportunidades en las Cuencas.

—Más allá del control, ¿hubiese hecho un reparto diferente de esos fondos?

—Sí, desde luego. Creo que las tres partidas se ocuparon mal. Las ayudas a las empresas se repartieron desde una visión centrada exclusivamente en las comarcas mineras, sin una visión estratégica del conjunto de Asturias. Los fondos se localizaron territorialmente en un espacio muy cerrado y se perdieron oportunidades. A lo mejor había empresas que se podían haber instalado en el área central de Asturias, en otra zona que no eran las comarcas mineras, y sin embargo no tenían apoyos y ayudas como podían tener las que iban allí. Creo que la territorialización de los fondos fue un fracaso. Con las infraestructuras, hubo una visión muy localista, de pequeños proyectos, y se han hecho algunas que no eran necesarias para generar actividad económica.

—¿Cuáles en concreto?

—Hay un rosario de museos, de casas de cultura… Infraestructuras que no iban ligadas al desarrollo económico, sino que servían fundamentalmente para mantener el poder local en los ayuntamientos gobernados por ese sindicato de la minería y ese partido. Se han gastado millones en infraestructuras que no tuvieron luego una rentabilidad económica asociada, y se han perdido oportunidades. En el tema de formación, ya ni te cuento. A nosotros Fundesfor, que era la fundación que se creó específicamente para gestionar esos fondos, no nos dio ni un papel. Fundesfor es un agujero de opacidad absoluto, y manejó 900 millones de euros. Con el campus de Mieres estamos viendo la rentabilidad que ha llevado asociada: seguramente muy poca.

“El campus de Mieres es uno de los grandes proyectos que se llevaron a cabo sin una visión estratégica de toda Asturias”

—Es uno de los grandes proyectos, comparable a la autovía minera.

—Son de esos grandes proyectos que no se hicieron con una visión estratégica de todo el territorio de Asturias y de tener rentabilidad. Por lo tanto, ha sido un fracaso. Y luego hay una cuestión: no se ha evaluado nada, no hay ningún informe serio de evaluación de rendimiento. De qué ha pasado con esos fondos, cómo se han empleado… Con esto me llevó la contraria el expresidente Areces. Me dijo: “¿Cómo que no? Se hizo una mesa específica y una evaluación”. Esa evaluación es un folio y medio.

“La única evaluación del primer plan del carbón es un folio y medio”

—Sobre 3.000 millones de euros.

—Sí. Y es de los mismos que gestionaron los fondos y se dan besos y abrazos y se dicen: “qué bien lo hemos hecho. Hay que cambiar alguna cosa de gestión, agilizar más la gestión de los convenios y tal, pero está muy bien”. A mí el tema del complejo residencial de mayores de la minería me importa especialmente. Porque yo no puedo decir de dónde salió ese dinero, porque no tengo datos suficientes, pero hay indicios claros. Nosotros pusimos el informe de la comisión parlamentaria en mano de las instituciones: este dictamen está enviado al Tribunal de Cuentas, donde hay un procedimiento abierto, y está enviado a la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia. Ellos tienen la capacidad para desentrañar esto, que es un auténtico escándalo. Estamos hablando de 30 millones de euros, que se dice pronto.

“En el geriátrico del Montepío hubo una utilización privada de fondos públicos”

El Montepío de la Minería es una entidad de la que hay que alabar su trayectoria, ofreciendo becas y complementos de pensiones para las viudas y los huérfanos cuando eran muy bajas. Pero a mí me parece que en esa operación [la del geriátrico del Montepío] hubo utilización de fondos públicos. Se autoconcedieron 30 millones de euros para una entidad privada que ellos mismos manejaban, haciendo un complejo residencial de lujo que no aporta beneficio social ni aporta nada. Ha sido un fiasco económico y una ruina. Finalmente acaba de concertar plazas con el Principado, aprovechando el cambio de gobierno y que no había demasiado control: se han concertado plazas cuando en el mismo concejo hay una residencia pública que no tiene fondos para abrirse completamente. Ahí hay una utilización privada de fondos públicos. Nosotros ahí [en el informe] explicamos cómo fue la adjudicación, quién fue el constructor, cómo se hizo… y sacamos hasta los balances de la empresa para que se vea dónde están los beneficios, dónde están los millones. A partir de ahí se pueden sacar conclusiones.

—Según recoge el diario de sesiones de una de las reuniones de la Comisión Parlamentaria, Vicente Álvarez Areces decía que lo que había hecho el Principado con los fondos respondía a la lealtad institucional, que había estado un poco al margen. Y sin embargo parece que no es así, que ha jugado un papel importante. ¿Cuál es la responsabilidad, entonces, del gobierno del Principado?

“Los fondos mineros, que tenían que ser adicionales, acabaron casi integrándose en el presupuesto de Asturias de forma ordinaria”

—El Principado tiene una responsabilidad importante. El Principado era el responsable de la política económica y de la estrategia de desarrollo de Asturias, y se entregó de forma absoluta a esa estrategia equivocada. Esos fondos mineros tenían que ser unos fondos adicionales y acabaron casi integrándose en el presupuesto de Asturias de forma ordinaria. El gobierno no tenía control sobre ellos, es verdad, porque el control formaba parte de unas mesas de la minería en donde estaban, con un papel muy importante y determinante, los sindicatos. Y ha habido ese conflicto polisindical, ha habido choques, pero se aceptó ese modelo por parte del gobierno de Asturias y durante mucho tiempo estuvieron muy contentos inaugurando obras de los fondos mineros y museos que no han abierto, como la Casa del Urogallo en no sé dónde. El rosario de obras absolutamente desaprovechadas y superfluas y los millones que están tirados por ahí en infraestructuras que no sirven para nada: todo eso, con la complicidad y la colaboración del gobierno asturiano.

Para mí, el complejo residencial de mayores de la minería es el estrambote final, es el ejemplo de toda esa gestión. Son los últimos fondos que se adjudican, prácticamente. Y ahí, en esa mesa donde se adjudicó, estaba sentado el consejero de economía del Principado de Asturias, tomando esa decisión. Así que tiene tanta responsabilidad como los sindicatos que también estaban sentados ahí y todo el sistema político asturiano que aceptó eso.

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